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Kiss reavivó la llama sagrada del rock
Cautivante, estremecedor. Una perfecta combinación del
estruendo del rock and roll con luces que encandilan, resultó
ser algo sacro. Kiss hizo entender al público rockero la delgada
línea entre lo monstruoso y lo divino.
Elías Piris
epiris@uhora.com.py | En Twitter: @eliaspiris
El 2012 es y será recordado más adelante como el año en que el
rock se consagró en la República del Paraguay. Eso está más que
comprobado. Pero el Rock también tiene altibajos de los que se
recupera tarde o temprano, para nuestra suerte la recuperación
fue tempranera.
Y cuando nos referimos a altibajos, hacemos mención a la
cancelación de dos eventos que llenaron de ilusión al público
rockero de estas latitudes. Ese público sufrido que se desvive
para ver en vivo a sus ídolos y queda con la amargura de la
suspensión, quizás por malas pasadas del clima u otros factores.
Pero, seamos sinceros, quedaba un halo de esperanza. Y esa fe
que mueve montañas, nos daba ánimos y sabíamos que llegaría el
momento de la reivindicación.
Eso pasó el 12 de noviembre del 2012 (un día antes del martes
13) en Asunción, una ciudad que ya figura en la hoja de ruta de
bandas a las que anteriormente solo se las podía ver en tapas de
discos de vinilo y casetes.
Un cielo cubierto y una fuerte brisa hicieron presagiar a varios
que la "mala racha" para el Rock continuaría pero
afortunadamente no fue así.
Del cielo no cayeron gotas y el Jockey Club Paraguayo, nueva
catedral de grandes shows se iba llenando poco a poco, mientras
Pornostars subía exactamente tres minutos antes de las 21:00.
La banda hizo de las suyas en "la previa" con un sonido
impecable y una solidez a la hora de interpretar las canciones
(todas propias). Los Pornos robaron la atención de los presentes
y de los que llegaban para ocupar sus lugares.
Cabe destacar la excelente presencia escénica de este grupo que
ya se ganó un lugar de preferencia en la escena asuncena. Estoy
detrás, Tengo un Arma, Súper autodestrucción y Juego Sucio
fueron los temas más destacados del repertorio de ocho
canciones, suficiente cantidad para media hora asignada.
Es admirable la capacidad que tiene Pornostars de sacar el jugo
a su nombre que evoca a lo sexual, algo históricamente ligado al
rock. Antes de dar paso al plato fuerte se dieron el lujo de
lanzar preservativos a la gente. "Cuídense", decía el frontman
David Quintero.
El escenario ya se preparaba para recibir a la banda de New
York, marca registrada del rock y garantía de shows
grandilocuentes y a la vez impecables.
Hablar de Kiss es hablar de fuego, luces, explosiones, y toda la
gama de efectos del Show Rock.
Las miles de personas que asistieron sabían a lo que se atenían,
y si bien Kiss es predecible, es precisamente ese el factor de
su éxito sin interrupción.
Pasaron cuatro minutos de las 22:00 y Detroit Rock City marcaba
el comienzo de una noche memorable.
Siguió Shout It Loud y las palabras de Paul Stanley, el Hombre
Estrella, nexo entre Kiss y la multitud.
"Asunción, no hablo español muy bien, pero esta noche es nuestra
noche".
Stanley tampoco perdió el tiempo y aprovechó la buena química
para hacer travesuras diciendo a una de las presentes: "Hola,
bella señorita" y con un gesto desopilante remató "lindo culo",
logrando su objetivo, hacer reír a todos, y hacer entender que
ya éramos parte del juego.
El bajista y alma máter de la banda, Gene Simmons, tomó la posta
con Calling Dr Love, para dar paso a la contundente Hell Or
Hallelujah del último disco Monster.
Siguió Wall of Sound, una descarga de riffs ochentosos que hizo
mover la cabeza y agitó cuerpos que aún estaban presos por la
timidez o el asombro tal vez.
El fuego se hizo presente como telón de fondo de Hotter Than
Hell, el calor de Kiss arrasaba y abrazaba al mismo tiempo.
La fórmula del clásico para hacer corear a toda la platea se
cumplió al pie de la letra con I Love It Loud yOutta This World,
esta última cantada por el baterista Eric Singer, quien
sorprendió por su precisión y su capacidad de atrapar palillos
arrojados al viento.
Siguió un abrumador solo de guitarra de Tommy Thayer, que
incluyó fuegos de artificio salidos del propio mástil del
instrumento.
Llegó el turno de la representación del auténtico hombre de las
tinieblas, el amo y señor de la lengua larga: Gene Simmons,
quien estremeció con un bajo distorsionado y escupiendo sangre
como preludio a God Of Thunder.
El show no disminuyó la marcha ni siquiera en una milésima de
segundo, ya que a la mitad Kiss oficialmente dijo "Welcome to
the show" con Psycho Circus.
Siguieron War Machine y los acordes de Black Diamond, con Paul
Stanley rasgando las seis cuerdas con lencería femenina y
bandera paraguaya incluidas, por si faltaba algún detalle para
seducir a nuestro público que a esa altura vibraba y se olvidaba
de los bostezos típicos del "luneró".
Todo parecía terminar. "¿Nos vamos?", la respuesta esperada "No,
otra, otra".
Lo que siguió fue la frutilla que coronó el postre, las tres
canciones más radiales de Kiss: Lick It Up, I Was Made for Lovin'
You, un experimento no fallido de música disco, y el clásico
Rock And Roll All Nite.
En ese momento lo único que restaba era alzar los brazos y
sentir la plenitud. La felicidad de una noche que marcó el
reencuentro del público paraguayo y el Rock and Roll.
Luego vinieron los abrazos para festejar una victoria más. Para
celebrar una historia más que contar a los nietos...Y la frase
final: "¡Que buen show!"
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