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A un mes de la triste desaparición del Carpo, ya
masticado el dolor, se hace necesario rescatar lo que ha quedado en el
tintero de los afectos. Hoy sentimos que vale la pena dejar plasmado un
reconocimiento a su trayectoria y recordarlo en algunas instancias claves
que influyeron en nuestras vidas.
Por
Matías Repetto
Riff en lo más alto
Tengo un póster de Riff firmado por el debutante Danny
Peyronel el mismo día en que grababan su famoso álbum doble en vivo “En
Acción”. No es gran cosa, pero en ese entonces estaba en mis 15, y como
intuirán, se trataba de mi primera incursión en un recital de rock (bautismo
que afortunadamente me ha tocado compartir con mi hermano de alma Martín
Zamorano). ¡Cómo olvidarlo! Ese día fuimos bendecidos por la espectral
guitarra de Pappo, el mazacote bajo de Vitico, el frenesí percusivo de
Michel y la consistente fidelidad rítmica de Boff. Temas como “Ultra
Velocidad” o “Necesitamos Acción” aún persisten en la memoria evolutiva de
nuestros huesos que en ese show crepitaron como nunca antes (ni tampoco
después). Pero lo mágico ocurrió luego, cuando los hermanos Peyronel y
Vitico, acompañados por unas “damiselas salvajes” salían en un Ford Fairlan
(?) (¿sería de alguna funeraria?, es que eran rockeros del tercer mundo…
nada de limusinas, eh?) y se bajaron a saludar y firmar autógrafos a los
pocos que estábamos merodeando el lugar. En ese instante, sin que estuviera
en nuestros planes habíamos recibido el título de “fan” de una banda de rock
nativa y probablemente de la única local hasta la fecha. No obstante el dato
anecdótico que quedará en los anales del rock argentino sobre ese concierto,
fue vivir en carne propia cómo se desataba la barbarie “antidictadura”. En
un momento, con Obras al rojo vivo, los de la popular decidieron destrozar
los paneles del techo -arrancados en su totalidad- mientras que la “cana” se
retiraba “mansa y tranquila” cuando todo el estadio se unió bajo el bramido
de “se va acabar, se va a acabar... la dictadura militar”. Al día siguiente
el país se enteraría sobre los 200 detenidos, pero lo triste es que ese fue
el comienzo de la debacle del primer Riff. La prensa carnal y
voluntarista a los intereses de turno, no dudó en mistificarlos como una
banda explosiva en el buen sentido de subvertir el orden establecido, hecho
que Pappo siguió lamentando como una hábil conspiración diseñada por alguna
mente trastornada del poder. Así que apenas aparecido el doble en vivo se
vino la separación larga de esa formación., y nosotros que nos quedamos tan
huérfanos, librados a esas esporádicas visitas de Barón Rojo.
El que sabe de Rock
Lo cierto es que se tardó bastante para que se le diera
cabida al “rock de verdad”, y si hay un punto indiscutible es que Pappo fue
todo un emblema para marcarnos el camino durante el “duro invierno” de la
dictadura. Recuerdo que con la crisis que se desató por la guerra de
Malvinas, los nazi-onalistas del régimen decretaron prohibir todo tipo de
emisión pública de música cantada en inglés. Esto fue extraño porque las
radios y las disquerías se vieron obligadas a mirar lo que ocurría en el
ambiente local. El llamado “rock nacional” que siempre se mantuvo en un muy
cómodo segundo plano, de repente salió a flote, y no tardaron los primeros
“reventados” en subirse al “crucero del rock”, tal es el caso de Zas (Miguel
Mateos), Suéter, Abuelos de la Nada, Los Helicópteros, Serú Girán, Raúl
Porcheto, Spinetta Jade, Lerner y Baglietto. Lo más “rockero” que uno sentía
que podía llegar a escuchar con simpatía era Virus, Orion y Dulces 16. A
nivel internacional recién se le empezaba a dar bola a bandas como Van
Halen, Whitesnake o AC/DC además de KISS, pero ningún músico de acá se les
parecía.
No faltó la oportunidad para que la revista Pelo editara
una nota sobre esta movida y entre los protagonistas había una foto de un
tipo bajito con cara de malo cuya declaración me había dejado pasmado:
“Es triste decirlo, pero el rock nacional no existe, es una farsa... todas
estas bandas no hacen rock. Los únicos que sabemos hacer rock somos
nosotros”. ¡Por fin alguien que dice lo que siento! Al día siguiente me
fui a Supercoop (hoy Coto Temperley) y me compré “Ruedas de Metal” de RIFF
para comprobar si aquello que el Carpo afirmaba era cierto. No dudé en
llamarlo a Martín y comentarle el hallazgo. Así fue como descubrimos a Pappo
y por ende a RIFF que pronto pasó a ser a nivel local lo que KISS nos
significaba a nivel internacional.
Un momento de antología…
Ya siendo redactores de la revista KISS -que para esos
días aportaba su grano de arena al dedicar una sección al ámbito del heavy
nacional- tuvimos la fortuna de cruzarnos con Boff Serafine, que nos tiró
la primicia que iba a ser parte de la banda de apoyo de Pappo en su primer
recital como solista después de tantos meses sin Riff. Simplemente imaginen
la expectativa que reinaba en los medios y en el ambiente. Por suerte
conseguimos ser acreditados para el show y también para la prueba de sonido,
y fue una experiencia muy fascinante. Era raro estar allí entre medio de
técnicos y asistentes y ver cómo ultimaban los detalles de la rampa por
donde Pappo haría su entrada triunfal con su moto. A su vez los sonidistas
estaban probando una y otra vez al baterista Juan Espósito, ya que iban a
registrar el concierto para un nuevo álbum doble en vivo. Lógicamente, lo
mejor fue cuando un Pappo desacartonado se apareció, enchufó la Gibson SG y
largaron con el tema “Solísimo” que nos dejó sordos para el resto del
concierto. Esa experiencia pasó a formar parte de una nota que escribimos
para la revista KISS y que afectó para siempre nuestra misión como
profesionales de un medio de comunicación.
Pappo kissero?
Quisiera concluir este recordatorio con la posibilidad de
dilucidar la relación de Pappo con KISS: “No soy de escucharlos mucho,
pero tengo sus discos viejos y son mas rockeros que Queen, me gustan más. Yo
los vi y son inofensivos, todo eso que dicen de KISS es mentira”.
Esta declaración tomada de un diario en julio de 1983,
pone a cuenta de cuál era el sentimiento del guitarrista por nuestra banda
predilecta, aunque el contexto en el que habló se remonta a las tristes
circunstancias que desataron una feroz guerra “anti KISS” al confirmarse su
venida en Agosto del ’83. En esa ocasión, los integrantes de Riff se
presentaron ante la Secretaría de Cultura para informar y desmentir los
falsos rumores de satanismo, asesinatos de animales e incitación a la
homosexualidad y drogadicción que condenaban a KISS en la opinión pública.
En aquellos días, Pappo, Danny y Michel Peyronel aparecieron en varias
revistas, en diarios y hasta hicieron notas en TV desmintiendo las
barrabasadas que se decían del grupo. Fueron los únicos que echaron algo de
luz a un momento de oscuridad e impotencia.
En verdad, Pappo no era ni fan ni consumía habitualmente
la música de KISS, pero los respetaba a rajatabla y quedará por siempre en
el memorial kissero el gesto que ha tenido en defensa del grupo y sus fans.
Nadie del ambiente del rock se jugó a tanto, y es bueno tener la memoria
aceitada para dar testimonio de su entereza. Para mí fue muy importante que
una personalidad de su talla se haya comprometido a una causa que en
definitiva bregaba por la libertad de expresión. Otra gran lección.
Gracias … eternamente
gracias!!
Para cerrar, si queda algo por agradecer del legado que
nos deja Norberto “Pappo” Napolitano, es rescatar como valor el haber sido
un artista leal y fiel a sus principios musicales. Mantuvo siempre fresca la
actitud a la hora de pisar un escenario y nunca se dejó intimidar por las
tendencias marketineras de la industria. Su mejor pose fue su instinto de
guitarrista inspirado, y eso es algo que muy pocos pueden lograr a la hora
de pararse frente a cualquier audiencia, ya sea en Cosquín o en el Madison
Square Garden. Siempre brilló, y lo hizo a su manera, atormentándonos con su
beligerante honestidad. Mucho se dijo por la muerte que tuvo, pero eso es
una simple nimiedad para alguien que se transformó en mito estando en vida.
Desde la prensa, lo mejor que podemos hacer es evocarlo y
homenajear su extensa y rica labor, y aconsejar a las nuevas generaciones a
descubrir sus obras. Nunca es tarde para bucear en alguna tienda y encontrar
títulos maravillosos como Pappo’s Blues Vol. 3, que al día de hoy continúan
destilando una fuerza inusitada, y pueden jugarle de igual a igual a
cualquier disco clásico de una banda inglesa o norteamericana de rock.
“Pajaro Metalico”, “Stratocaster Boggie” o “Sucio y Desprolijo” son sólo por
nombrar al azar algunas de sus canciones geniales que han superado las
barreras del tiempo. Y si de trascender el tiempo se trata, pues… ¿no es ese
el mejor premio que un artista puede ambicionar?
Entonces, no me equivoco al
confirmar que Pappo, ese “caminante nocturno amante del metal” ya es
como Gildamesh… I N M O R T A L |