Fotos: Copyright 1996-2005 Clarín.com - All rights reserved

A un mes de la triste desaparición del Carpo, ya masticado el dolor, se hace necesario rescatar lo que ha quedado en el tintero de los afectos. Hoy sentimos que vale la pena dejar plasmado un reconocimiento a su trayectoria y recordarlo en algunas instancias claves que influyeron en nuestras vidas.

Por Matías Repetto

 

Riff en lo más alto

Tengo un póster de Riff firmado por el debutante Danny Peyronel el mismo día en que grababan su famoso álbum doble en vivo “En Acción”. No es gran cosa, pero en ese entonces estaba en mis 15, y como intuirán, se trataba de mi primera incursión en un recital de rock (bautismo que afortunadamente me ha tocado compartir con mi hermano de alma Martín Zamorano). ¡Cómo olvidarlo! Ese día fuimos bendecidos por la espectral guitarra de Pappo, el mazacote bajo de Vitico, el frenesí percusivo de Michel y la consistente fidelidad rítmica de Boff.  Temas como “Ultra Velocidad” o “Necesitamos Acción” aún persisten en la memoria evolutiva de nuestros huesos que en ese show crepitaron como nunca antes (ni tampoco después). Pero lo mágico ocurrió luego, cuando los hermanos Peyronel y Vitico, acompañados por unas “damiselas salvajes” salían en un Ford Fairlan (?) (¿sería de alguna funeraria?, es que eran rockeros del tercer mundo… nada de limusinas, eh?) y se bajaron a saludar y firmar autógrafos a los pocos que estábamos merodeando el lugar. En ese instante, sin que estuviera en nuestros planes habíamos recibido el título de “fan” de una banda de rock nativa y probablemente de la única local hasta la fecha. No obstante el dato anecdótico que quedará en los anales del rock argentino sobre ese concierto, fue vivir en carne propia cómo se desataba la barbarie “antidictadura”. En un momento, con Obras al rojo vivo, los de la popular decidieron destrozar los paneles del techo -arrancados en su totalidad- mientras que la “cana” se retiraba “mansa y tranquila” cuando todo el estadio se unió bajo el bramido de “se va acabar, se va a acabar... la dictadura militar”. Al día siguiente el país se enteraría sobre los 200 detenidos, pero lo triste es que ese fue el comienzo de la debacle del primer Riff. La prensa carnal y voluntarista a los intereses de turno, no dudó en mistificarlos como una banda explosiva en el buen sentido de subvertir el orden establecido, hecho que Pappo siguió lamentando como una hábil conspiración diseñada por alguna mente trastornada del poder. Así que apenas aparecido el doble en vivo se vino la separación larga de esa formación., y nosotros que nos quedamos tan huérfanos, librados a esas esporádicas visitas de Barón Rojo.

El que sabe de Rock

Lo cierto es que se tardó bastante para que se le diera cabida al “rock de verdad”, y si hay un punto indiscutible es que Pappo fue todo un emblema para marcarnos el camino durante el “duro invierno” de la dictadura. Recuerdo que con la crisis que se desató por la guerra de Malvinas, los nazi-onalistas del régimen decretaron prohibir todo tipo de emisión pública de música cantada en inglés. Esto fue extraño porque las radios y las disquerías se vieron obligadas a mirar lo que ocurría en el ambiente local. El llamado “rock nacional” que siempre se mantuvo en un muy cómodo segundo plano, de repente salió a flote, y no tardaron los primeros “reventados” en subirse al “crucero del rock”, tal es el caso de Zas (Miguel Mateos), Suéter, Abuelos de la Nada, Los Helicópteros, Serú Girán, Raúl Porcheto, Spinetta Jade, Lerner y Baglietto. Lo más “rockero” que uno sentía que podía llegar a escuchar con simpatía era Virus, Orion y Dulces 16. A nivel internacional recién se le empezaba a dar bola a bandas como Van Halen, Whitesnake o AC/DC además de KISS, pero ningún músico de acá se les parecía.

No faltó la oportunidad para que la revista Pelo editara una nota sobre esta movida y entre los protagonistas había una foto de un tipo bajito con cara de malo cuya declaración me había dejado pasmado: “Es triste decirlo, pero el rock nacional no existe, es una farsa... todas estas bandas no hacen rock. Los únicos que sabemos hacer rock somos nosotros”. ¡Por fin alguien que dice lo que siento! Al día siguiente me fui a Supercoop (hoy Coto Temperley) y me compré “Ruedas de Metal” de RIFF para comprobar si aquello que el Carpo afirmaba era cierto. No dudé en llamarlo a Martín y comentarle el hallazgo. Así fue como descubrimos a Pappo y por ende a RIFF que pronto pasó a ser a nivel local lo que KISS nos significaba a nivel internacional.  

Un momento de antología…

Ya siendo redactores de la revista KISS -que para esos días aportaba su grano de arena al dedicar una sección al ámbito del heavy nacional-  tuvimos la fortuna de cruzarnos con Boff Serafine, que nos tiró la primicia que iba a ser parte de la banda de apoyo de Pappo en su primer recital como solista después de tantos meses sin Riff.  Simplemente imaginen la expectativa que reinaba en los medios y en el ambiente. Por suerte conseguimos ser acreditados para el show y también para la prueba de sonido, y fue una experiencia muy fascinante. Era raro estar allí entre medio de técnicos y asistentes y ver cómo ultimaban los detalles de la rampa por donde Pappo haría su entrada triunfal con su moto. A su vez los sonidistas estaban probando una y otra vez al baterista Juan Espósito, ya que iban a registrar el concierto para un nuevo álbum doble en vivo. Lógicamente, lo mejor fue cuando un Pappo desacartonado se apareció, enchufó la Gibson SG y largaron con el tema “Solísimo” que nos dejó sordos para el resto del concierto. Esa experiencia pasó a formar parte de una nota que escribimos para la revista KISS y que afectó para siempre nuestra misión como profesionales de un medio de comunicación.

Pappo kissero?

Quisiera concluir este recordatorio con la posibilidad de dilucidar la relación de Pappo con KISS: “No soy de escucharlos mucho, pero tengo sus discos viejos y son mas rockeros que Queen, me gustan más. Yo los vi y son inofensivos, todo eso que dicen de KISS es mentira”.

Esta declaración tomada de un diario en julio de 1983, pone a cuenta de cuál era el sentimiento del guitarrista por nuestra banda predilecta, aunque el contexto en el que habló se remonta a las tristes circunstancias que desataron una feroz guerra “anti KISS” al confirmarse su venida en Agosto del ’83. En esa ocasión, los integrantes de Riff se presentaron ante la Secretaría de Cultura para informar y desmentir los falsos rumores de satanismo, asesinatos de animales e incitación a la homosexualidad y drogadicción que condenaban a KISS en la opinión pública. En aquellos días, Pappo, Danny y Michel Peyronel aparecieron en varias revistas, en diarios y hasta hicieron notas en TV desmintiendo las barrabasadas que se decían del grupo. Fueron los únicos que echaron algo de luz a un momento de oscuridad e impotencia.

En verdad, Pappo no era ni fan ni consumía habitualmente la música de KISS, pero los respetaba a rajatabla y quedará por siempre en el memorial kissero el gesto que ha tenido en defensa del grupo y sus fans. Nadie del ambiente del rock se jugó a tanto, y es bueno tener la memoria aceitada para dar testimonio de su entereza. Para mí fue muy importante que una personalidad de su talla se haya comprometido a una causa que en definitiva bregaba por la libertad de expresión. Otra gran lección.

 Gracias … eternamente gracias!!

Para cerrar, si queda algo por agradecer del legado que nos deja Norberto “Pappo” Napolitano, es rescatar como valor el haber sido un artista leal y fiel a sus principios musicales. Mantuvo siempre fresca la actitud a la hora de pisar un escenario y nunca se dejó intimidar por las tendencias marketineras de la industria. Su mejor pose fue su instinto de guitarrista inspirado, y eso es algo que muy pocos pueden lograr a la hora de pararse frente a cualquier audiencia, ya sea en Cosquín o en el Madison Square Garden. Siempre brilló, y lo hizo a su manera, atormentándonos con su beligerante honestidad. Mucho se dijo por la muerte que tuvo, pero eso es una simple nimiedad para alguien que se transformó en mito estando en vida.

Desde la prensa, lo mejor que podemos hacer es evocarlo y homenajear su extensa y rica labor, y aconsejar a las nuevas generaciones a descubrir sus obras. Nunca es tarde para bucear en alguna tienda y encontrar títulos maravillosos como Pappo’s Blues Vol. 3, que al día de hoy continúan destilando una fuerza inusitada, y pueden jugarle de igual a igual a cualquier disco clásico de una banda inglesa o norteamericana de rock. “Pajaro Metalico”, “Stratocaster Boggie” o “Sucio y Desprolijo” son sólo por nombrar al azar algunas de sus canciones geniales que han superado las barreras del tiempo. Y si de trascender el tiempo se trata, pues… ¿no es ese el mejor premio que un artista puede ambicionar?

Entonces, no me equivoco al confirmar que Pappo, ese “caminante nocturno amante del metal”  ya es como Gildamesh…   I N M O R T A L