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KISS – Madison Square
Garden – New York – 10/10/2009
A respirar con
tranquilidad y alivio. La edición de “Sonic Boom” ha demostrado, más
allá de cualquier tipo de incertidumbre inicial, que KISS
musicalmente aun sabe muy bien cómo hacer las cosas y mantener
contento al ejercito de fieles seguidores que los siguen lealmente
hace ya más de 35 años de carrera.
Con un sólido nuevo
trabajo que presentar, el cuarteto encaró una nueva gira mundial con
paso obligado por la ciudad que los vio nacer, New York. Siempre es
un privilegio especial poder disfrutar de un espectáculo en el
legendario Madison Square Garden, pero si además, la banda que se
presenta es KISS, uno siente como que el premio es doble.
Luego de la correcta
actuación de los Buckcherry (grupo que acompaña a KISS por todo el
tour por los Estados Unidos), minutos después de las 21:00, las
luces comenzaron a apagarse y la luminosidad a todo nivel descendió
desde el escenario. Ante a un Madison repleto y luego del clásico
grito de guerra inicial, Stanley, Simmons y compañía comenzaron a
demostrar el porqué de una vigencia que aún hasta sus más acérrimos
detractores respetan y por momentos entienden. “Deuce” fue el tema
encargado de abrir fuego para continuar con un repertorio que
básicamente recorre el mítico álbum “Alive”. Con el clásico logo
luminoso, ésta vez bajo la tarima de la batería, pequeñas pantallas
cuadradas en el lugar de la tradicional muralla de parlantes a las
espaldas de los músicos y una enorme pantalla que domina la parte
superior del escenario, son los cambios más importantes en cuanto a
la puesta en escena se refiere. Desde “Let Me Go Rock’n’Roll”
pasando por “Strutter”, “Hotter Than Hell”, “She” o “Cold Gin” todos
antes del bis y luego, para cerrar el espectáculo, hits como
“Detroit Rock City”, “Love Gun” o “I Love It Loud” se hicieron
presentes ante el delirio de una audiencia totalmente entregada.
Paul Stanley sigue
siendo posiblemente uno de los últimos gran frontman que quedan en
actividad. Su intacta voz y su despliegue por el escenario son
envidiables. Gene Simmons parece realmente conectado con la banda y
con el “demonio” que siempre ha representado. Eric Singer y Tommy
Thayer logran emular e incluso potenciar las composiciones
originales pero sin apartarse demasiado del célebre sonido del
grupo, produciendo una sensación de solidez sonora que,
lamentablemente, en los últimos tiempos con Peter y Ace no se
apreciaba. A los ya conocidos y promocionados cambios en el
vestuario, demasiado imperceptibles para mi gusto, se suma la
claridad del sonido, la óptima iluminación, los celebrados efectos
pirotécnicos y todos los artilugios utilizados por la banda (la
sangre vomitada, el vuelo tanto de Gene como de Paul, la guitarra
que dispara de Ace, perdón, de Tommy, el interminable papel picado
de “Rock ‘n’Roll All Nite”, etc), todo esto para desarrollar uno de
los espectáculos de rock más impresionantes pero también más
conocidos y vistos del mundo.
Y me parece que es
justamente ahí en donde radica el problema, si es que existe ¿o uno
se pone muy meticuloso? El hecho que la puesta en escena y musical
del grupo se haya convertido en un “clásico” atenta contra la
espontaneidad y capacidad de asombro de quien asiste al show. Por lo
que hay dos formas de encarar el tema: A) Asumir que uno está
presenciando un show de rock que el paso del tiempo convirtió casi
en un espectáculo teatral/musical que gira por todo el mundo o B)
Tratar de olvidar lo vivido y visto anteriormente para disfrutarlo
como si fuera algo totalmente novedoso y original.
Es lógico que como
incansable seguidor del grupo uno le exija más y, viendo el
potencial y las posibilidades casi inagotables que KISS posee (sobre
todo en cuanto al espectáculo se refiere) las ganas de recibir algo
diferente o renovado se hacen presentes aun sin quererlo. Con los
excelentes temas que contiene “Sonic Boom” ¿solamente “Modern Day
Delilah” se incluye en el nuevo set list? ¿No es posible seleccionar
alguna de esas antiguas pero entrañables canciones menos conocidas
para el público en general pero que seguramente los fanáticos en
particular estarían encantados de poder escuchar por primera vez en
vivo? Basta con recordar lo bien que se acomodaron al repertorio en
vivo temas como “Lick It Up”, “Heaven´s On Fire” o “I Love It Loud”,
que no pertenecen a la “etapa original” de KISS y, sin embargo,
fueron un interesante giro en la propuesta de la banda post-reunión.
¿Tan difícil se le hace a una agrupación con los medios que KISS
posee innovar en efectos, escenarios y hasta en las conocidas
coreografías pero sin dejar de lado lo esperado y tradicional? En
fin, son tan solo algunas preguntas que desde hace muchas giras una
cantidad considerable de seguidores nos hacemos y aún no tenemos
respuesta.
No hay mucho más para
agregar. Buen ambiente, mejor sonido, entrega total y puesta
escénica para una banda que aun sabe como apabullar en directo.
Pese a esas ganas particulares de recibir algo más, KISS es aún una
de los más respetables y explosivos grupos sobre el escenario.
Nuevamente Stanley y Simmons han logrado remontar su propia historia
para delirio de sus fans y para cerrar las bocas de aquellos ya
anacrónicos acusadores que mil y una veces los dieron por acabados.
Siendo reiterativo y terminando como empecé: a respirar con
tranquilidad y alivio, KISS está más vivo que nunca. New York fue
testigo de ello.
Javier Izurieta |