30 AÑOS DE UN GRAN AMOR

 En marzo del ’75, Neil Bogart asestaba uno de sus mejores aciertos en la industria de la música. Los juntó a Gene y Paul y les dijo cómo deberían componer el mejor hit rockero de la historia. Cuando vinieron con “Rock and Roll All Nite” terminada, los encerró en Electric Lady y no los dejó escapar por una semana hasta tanto no cocinaran el mejor álbum de rock and roll de todos los tiempos.  Así nacía “Dressed to Kill”, en el medio de la desesperación, el entusiasmo y la esperanza de relanzar a KISS a la eternidad. El siguiente artículo nos transporta a los viejos días de una Buenos Aires post mundial 78 donde un fan se atreve a relatar lo que sintió cuando lo escuchó por primera vez. Este sentido homenaje, a 30 años de su nacimiento.

 

Por Matías Repetto.

 Cuando inicié mis primeros pasos en el fantástico mundo kissero a fines del 79 adquiriendo los tres vinilos nacionales que todo aquel que se preciaba un digno y legítimo fan de KISS no podía dejar de conseguir (Dinastía, Desenmascarado y Gene, Paul, Ace y Peter), no tardé en dar con el “tesoro perdido”. En la casa de un amigo del colegio –en aquel momento obsesionado con los fantásticos Devo- me puse a revisar su colección de discos hasta que apareció uno que me dejó comprensiblemente atónito, ese era “Destroyer” versión USA. Mi reacción fue pura histeria “Y estoooo!!!??”- 

 Por unos minutos estaba desorbitado y en la nebulosa. Siempre creí que el mundo KISS se reducía a esos tres títulos clásicos arriba mencionados; pero Domingo Salvia me enseñó que la llave maestra estaba en rastrear el  “rock directo de importación”. Martínez de Oz, al igual que “mingo” Cavallo dos décadas después,  crearon la falsa ilusión de que el peso era igual a un dólar y, aunque parezca mentira, en aquellos meses post Mundial 78,  nuestra moneda gaucha estaba algo más fuerte que la gringa.  Aunque Usted No lo Crea, los vinilos importados llegaron a valer durante algunas pocas semanas 12 centavos menos que los nacionales.

Quienes detentaban el privilegio de expender estos productos fuera de la órbita “disco es cultura” allá en la zona Sur, eran unos hermanos que atendían un local llamado “Fonola” sólo a metros de la estación de Lomas de Zamora.  Fonola era un “planeta” único en el medio de la “nada”. Bateas de roble, piso alfombrado, luces rítmicas al estilo Studio 54, equipos de sonido Pionner, bafles colgantes, bandeja giradiscos con regulador de velocidad y púas Shure Diamond que brillaban cada vez que acariciaban la pasta. Del techo colgaban promos increíbles como el cubo de “Dynasty” o el de “Out of Control” de Peter Criss (esos nunca más los vi en ningún otro lugar), también había pósters como el famoso de Gene y Ace de Alive II ese de espalda con espalda, y ni hablar del exhibidor de cassettes repleto de ítems raros para la época.

Mi primer visita a Fonola a fines de 1980, fue lisa y llanamente el ingreso a la “dimensión desconocida” (popular programa de TV). No sabía qué hacer ni por donde empezar a buscar. Por suerte, los long plays de KISS resaltaban en la batea que enfrentaba la puerta de acceso. El “olor” rústico y alcanforado que traían los vinilos importados al día de hoy sigue siendo de ensoñación, aunque el mayor impacto emocional estaba en la nitidez y claridad que tenía la gráfica y la fotográfica de los importados. Ver Dynasty  fue como conocerlos en persona. Quizá sea muy difícil de explicar con palabras, es que las tapas nacionales se conformaban por colores opacos y muy lavados. Donde en el importado había cabello, en el nacional era un mazacote negro y donde había plateado en el argentino era una argamasa amarronada. Para que se den una idea, recién allí nos enteramos que Peter Criss usaba el color verde para sombrear sus párpados.

 Todo era puro asombro y novedad. Ahora KISS, de repente había editado más de tres discos, y resultó ser que en Fonola los tenían todos. Embobado y ansioso pronto surgió el conflicto, disponía de dinero sólo para comprarme uno. Por alguna extraña razón elegí “Dressed to Kill”. Será que por esos días, el video clip de “Shandi” era la novedad favorita y sobre el final los muchachos logran “vestirse para matar”. Si mal no recuerdo algo de eso se me pasó por la cabeza pensando que era el álbum que le continuaba “temáticamente” a Unmasked”, los tipos de traje aunque se vieran tan diferentes. Sea cual fuera el paradigma, lo cierto que decidí comprar mi “primer importado”. 

Llegué a casa como quien tiene la vejiga hinchada a punto de orinarse encima, pero no todo estaba servido para el festín: tuve que aguantar a que mi hermano mayor se fuera porque el “equipo” lo manejaba él. Disimulé lo que traía en la mano y me encerré en la pieza, y cuando me aseguré de su ausencia, puse el disco en el (“su”) “Kenwood” como Dios manda. Nivel de sonido 3 que para los 100 watts por canal ya era una barbaridad y un escándalo vecinal. “Ma’ sí!!!. Que sea lo que Dios quiera!!!”.

 “Room Service” salió con tanta furia que parecía la escupida de fuego de un dragón o un volcán dormido que se despierta incesante chorreando lava rockera. Pronto sentí que me temblaba el pecho y lo que es peor, que un “rock and roll” tan furibundo jamás se había escuchado en diez cuadras a la redonda en mis primeros doce años de vida. Llegué a asustarme cuando don Sesaretti, que vivía al lado masculló algunos golpes contra la pared, pero no desistí en bajar el volumen. Jamás alguna música o sonido me había causado tanto vértigo como la de “Dressed to Kill”, y aunque no lo crean, sigue siendo hoy el único álbum de KISS que me puede transportar felizmente a una época, a un pasado atípico y atemporal, que me permite dialogar con la ingenuidad de ese pibe que alguna vez fui. Por las razones que fueran y por lo mágico y especial de la situación, “Dressed to Kill” está en lo más alto de mi pasión por KISS.

Claves y Particularidades

Es el álbum más corto de KISS, puro rock and roll adrenalínico, que no pasa los 35 minutos.

Este fue el primer y único álbum producido íntegramente por los cuatro originales junto a  Neil Bogart. Quizás allí radique lo mágico de su sonido y fuerza.

Entre la edición de “Hotter tha Hell” y “Dressed to Kill” hay una diferencia de cinco meses, la más corta en toda la historia de KISS.

Por tal razón algunos temas fueron terminados en estudio y no tienen solos de guitarra.

“She” y “Love her all I Can” pertenecían al repertorio estable de temas de “Wicked Lester·” y fueron restituidas porque no tenían más temas originales compuestos para completar la grabación.

Los pocos solos de guitarra de Ace Frehley son adictivos, bien cortos pero arquitectónicamente elaborados. También Peter Criss logra su mejor performance en un disco de estudio de KISS,  el exótico ritmo que le da a “She” es verdaderamente de lujo. Las bases de bajo de Simmons parecen provenidas de un McCartney endemoniado. Además Stanley da el puntapié inicial al compositor glitter glam (“Anything for my baby” o “C’mon and Love me”) que luego se desatará con personalidad por el resto de su carrera.

La intro de “Rock Bottom” grabada por Ace es un tapiz de alta costura.

“Love her All I Can” con tan sólo tres minutos resume lo más complejo que haya realizado KISS a nivel musical: ritmo percusivo elaborado, solo de guitarra brillante, cortes, cambios de ritmo y hasta armonías vocales en cuartas.

El intercontinental y legendario himno “Rock and Roll All Nite”, fue un tema compuesto por encargo. Neil Bogart, presidente del sello Casablanca les dio una idea de cómo debería ser un hit rockero de KISS. Gene y Paul hicieron sus partes por separado.

En la grabación de los coros festivos intervienen, además de los cuatro originales, el mismo Neil Bogart, Sean Delaney, y Lidia Criss.

La versión del gran hit rockero aparecido en la compilación “Trashes, Smashes and Hits” está completa y se escuchan de fondo los aplausos sobre el final de la canción cuando el fade está por concluir.

El éxito de “Dressed to Kill” con su magnético hit detonaría la primer gira nacional de KISS como cabeza de cartel y de allí se engendraría el Kiss Alive!, su álbum más emblemático de todos los tiempos

La portada de la edición nacional, como no tenía el relieve forjado en los logos, los pintaron de color celeste. Así se transformó en una rareza codiciada por los coleccionistas.