Permítanme reconstruir una anécdota contada en una
antigua sección de la Kiss Fever On Line llamada “Encuentros Cercanos”, y
que ahora actualizo como parte de este homenaje que KISS FEVER propone y que
me da la oportunidad de compartirlo con todos ustedes.
Reavivar la llama votiva de una pasión inextinguible
que generó Kiss con su venida, hace que el deporte bien argentino de echarle
un vistazo al pasado traiga una brisa de nostalgia que aún cala en lo
profundo del corazón. En líneas generales, lo que uno no puede desprenderse
de esos momentos es con quién estabas acompañado, con quien lo compartiste,
qué historias se desprendieron de ese suceso, y si realmente afectó tu vida.
Estoy seguro que no soy el único. Si hubo algo que acentuó mi pasión y mi
devoción por KISS fue esa bendita y milagrosa venida de la banda en 1994, y
por supuesto le dio un “magic touch” a mi profesión de “laburante del
periodismo kissero” de esos días.
Partamos de un hecho lógico: cuando nos enteramos que
KISS vendría al país, las expectativas estaban supeditadas a poder verlos en
vivo y con ello sublimar 10 años de frustraciones, estafas y desilusiones.
Pero pensándolo bien, desde nuestra posición de editores de una revista, de
tipos que habíamos laburado a troche y moche para hacerles un lugar el
bastión de la vigencia y el respeto pues, se suponía que no nos íbamos a
conformar con sólo la experiencia “live”. Honestamente queríamos conocerlos,
tanto o más que esos miles de fans que habían decidido montar una sigilosa
guardia en el lobby del Sheraton durante días.
Tener el acceso a un encuentro, en principio no nos
parecía una tarea difícil. Ilusionados nosotros, creíamos que la banda ya
nos conocía y que apenas mencionáramos nuestro medio veríamos reconocida
nuestra trayectoria, de hecho y para qué negarlo, Miguel junto con Javier
habían estado en Brasil y sencillamente la banda los recibió en varias
oportunidades (no quiero dejar pasar una mención especial para Inés Fourcade,
una amiga que jugó un papel invalorable en este reconocimiento del grupo).
En cambio en Argentina, el panorama fue distinto. La experiencia no fue del
todo placentera dado los riesgos que uno corre. En primer lugar se debió
sortear el traumático obstáculo de lidiar con la (des)organización local que
fue "una lucha", y en segundo lugar: el miedo, miedo a esa cercanía que
muchas veces se transforma en decepción cuando vivís al límite de la
desmitificación y corrés el riesgo de que como personas estos tipos puedan
ser lo contrario a la idealización.
Afortunadamente mi experiencia personal fue positiva.
El primer contacto fue en el lobby del hotel el mismo día en que se habían
alojado. Ese encuentro sirvió para constatar que –ante todo- Gene y Paul
eran "seres humanos reales", nos saludaron cordialmente y tras una larga
insistencia conseguimos que Polygram nos dieran los pases para la
conferencia de prensa. Bruce y Eric se mostraron más cautelosos y un tanto
novatos para manejarse con un público exaltado y tan devoto.
La conferencia de prensa fue algo inolvidable y muy
difícilmente viviremos una instancia parecida; de verdad creo que si hay un
show especial es verlos en una conferencia poniendo en acción el “título” de
stars que llevan ejerciendo por años; lo hicieron con una magnificencia y
categoría que te dejan relleno de goce y alegría. No miento si les digo que
por días hemos estado entre amigos reviviendo la experiencia.
Los shows fueron todos increíbles con picos de emoción
inalcanzables en el primer y último Obras y hasta el día de hoy muy
difícilmente que me haya pasado lo mismo con otras bandas en vivo. Pondría
en ese nivel lo vivenciado en Ritmo de la Noche que nos tocó estar de cerca
en los preparativos y verlos desde un sector vip para invitados y gente de
la prensa. Sin embargo el momento memorable, el esperado, el soñado y el
ansiado se produjo el día Miércoles 14 por la madrugada.
Ansiosos y motivados por conseguir una entrevista
siempre prometida y postergada por la organización y la cía, decidimos
finalmente jugarla más de fans que de reporteros con la esperanza de que la
buena fortuna y la divina providencia nos concediera un milagro... Créanme,
los milagros existen. Gene y Paul, tras dar un contundente show, decidieron
ir al restaurant del hotel a tomar y comer algo. Nosotros hicimos la
correspondiente guardia y ganamos un lugar en una mesa cercana a ellos.
Señas y saludos y hasta un mensaje enviado a través del mozo para
solicitarles un espacio de tiempo para una entrevista. Y así de jugados y de
esperanzados ellos nos llamaron... “Ay Dios!!! Cuanto te agradezco!!!!.
Se nos dio!!!!”
Sentarme en la mesa junto a Gene y Paul fue algo tan
pero tan impresionante que hasta parecía un sueño ceniciento. En ese momento
Gene tomaba un té y Paul se devoraba un tomate relleno. A mí se me estrujaba
la panza pero no de hambre, me temblaba el pulso y los latidos del corazón
tronaban con una galopante impaciencia a causa de la euforia. Cuando
estrechamos sus manos hubo como un alivio gigante y un intercambio de
afectos y muy buena onda a la que Gene se percató de inmediato. Por un
momento mi gran sensibilidad produjo cierta humedad en mis ojos pero me
convencí de que iba a ser un papelón si me ponía a lagrimear en ese preciso
instante. De todos modos el papelón iba a llegar pronto.
La entrevista duró 25 minutos pero que parecieron una
eternidad. No voy a negar que estaba muy nervioso todo el tiempo, y esos
mismos nervios me jugaron una mala pasada y a la vez un momento cómico para
todos en la mesa. Resulta que al término de la entrevista les pedimos si
podíamos sacarnos una foto. Como siempre Gene enseguida se negó – presumo
cansado de tantos flashes a cada minuto de vida en Buenos Aires-. En cambio
Paul dijo "No problem!!". Para qué... ni se imaginan nuestras caritas de
felicidad y de jolgorio. Acto seguido éramos cuatro niñitos pujando por el
juguete preferido. Yo tenía en ese momento una pila de revistas y papeles
para que me firmaran, y no tuve mejor idea que pedirle a Gene si me las
podía sostener para sacarme la foto con Paul, lo que no reparé es que
minutos antes había apoyado mis cosas en la mesa justo arriba de un
panecillo de manteca, por lo tanto la revista de abajo estaba “enmantecada”.
Entonces cuando Gene me sostuvo las cosas, el demonio se manchó hasta las
mangas del saco sport que vestía. Obvio que reputeó para los cuatro puntos
cardinales: "Oh Shit!! Mantequilla...! Mantequilla!!!... Oh..Nooo!!". Mi
cara se empalideció: "Oh Sorry!!! Gene!!!". Quise reparar el error y no tuve
mejor idea que tomar la servilleta más próxima que tenía a mano, y ante los
nervios tomé prestada la servilleta de Paul dejando al mismísimo Starchild
con los labios aceitados por la mayonesa sin poder limpiárselos a expensas
de mi brutalidad. Fue mortalmente cómico, aún recuerdo estos momentos y
todavía me sigue cosquilleando la panza. Tras el exabrupto de nervios
enseguida todo volvió a la normalidad y nos fotografiamos sin problemas.
Ese día dormimos dos horas ya que nos esperaba un día
de trabajo y por nuestras cabezas aún retumbaba todo lo fantásticamente
vivido. Lo mejor es que habría un gran postre. Se nos dio un nuevo e
inesperado encuentro que fue en el backstage antes del último show
despedida. Para este inolvidable momento decidí llevar a mi hijo y era obvio
que apenas pisamos el backstage era como tocar el Cielo con las manos. A esa
altura, la banda nos hablaban como amigos de siempre; el feeling y el trato
casi humorístico surgía con espontaneidad y desinterés... Recuerdo que Gene
se dirigió a mi pequeño y le dijo "Oh! Guapo, cómo te llamas?". Luego me
miró y me preguntó "Qué edad tiene?" (todo en perfecto español). Cuando le
dije “cuatro”, se asombró y afirmó: "Igual que mi hijo!". Luego Paul me
invitó a la foto para la posteridad, posó junto a nosotros, pero Fernando
ante los nervios sacó la foto tapando el flash. Nadie reparó en ese detalle,
salvo Paul que dijo: "Sacaremos esta foto otra vez porque has tapado el
flash". Yo me quería morir. Sino fuera por él nunca hubiera tenido mi foto
favorita, ya que efectivamente el revelado "reveló" que una toma salió
oscura y nublada. MAESTROS!! que más puedo decir!!!. Después se vino el show
final que resultó ser otro momento mágico, como si los tipos estuvieran
tocando tan distendidos y gozosos que daba la sensación que en cualquier
instante podían bajar del escenario a abrazarse con cada uno de los
concurrentes. De ese recital hubo una instancia única e irrepetible, cuando
empezó “Strutter” (tema que no había sido tocado en toda la gira
sudamericana) inmediatamente Martín y yo nos abrazamos como por inercia y
nos contemplábamos como sellando una amistad e historia de vida, los dos
tuvimos esa reacción de hermandad espontánea, nos parecía increíble pero lo
cierto es que ese tema resumía toda nuestra amistad, de retrotraernos a los
viejos días de cuando nos juntábamos a escuchar los discos importados de
KISS.
Como detalle especial que se me viene a la memoria y
que fue algo muy comentado entre nosotros fue cuando le solicitamos a Bruce
que queríamos tener una entrevista con él. Su cara fue mortal "Conmigo?” Oh!
Gracias. Con gusto después del show". Estaba tan complacido por habernos
interesado en él que cuando fuimos al hotel después del show Bruce nos vio e
instantáneamente se acordó de nosotros. Se acercó y Fernando pudo hacerle la
entrevista, la mejor por cierto!!!.
Parece mentira que todo esto haya ocurrido hace 10
años, pero cada vez que rememoro estas instancias siempre me parecen que
fueron nada más que hace días.
Matías Repetto
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